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:: 2003-04-09 ::
Cerrado por traslado.
Los habitantes de Planeta Neverland anuncian su traslado definitivo a Evasivas.
Peter, Wendy, Campanilla, Garfio, y el resto de los niños perdidos están seguros de que, miradas suspicaces como las de ustedes, serán capaces de descubrirlos, aunque agazapados, a ese otro lado de Nunca Jamás.
:: lamaga
11:22 ::
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:: 2003-04-01 ::
Sobre movedizos ejes.
Andaba yo estos días pelín obsesionada intentando abarcar el concepto (mezcla de ciencia ficción y perverso cuento infantil) de ese llamado "eje del mal", cuya magnitud pesaba sobre mi coronilla como un bombín de plomo (nótese el sútil aire británico de mis metáforas), cuando, mientras me llevaba una tostada de pan integral con mermelada light a la boca, se me ha hecho la luz.
Y es que he de aclarar que, la que esto suscribe, cuya imaginación suele gastarle bromas de dudoso gusto, visualizaba dicho eje como una rígida y vengativa barra de acero a punto de abatirse sobre la cabeza de cuanto pobre infeliz se atreviese a militar en lugar inadecuado.
Pero hete aquí, oh alivio, que esta mañana durante mi, no siempre solazante pero sí madrugador, chapuzón en plural prensa de plural plumaje, me entero de que en El Cairo el mencionado eje del mal no es otro que mi propio país de piel de toro y su muy católico y apostólico presidente (Si ya lo dijo el sabio, que afortunadamente todo depende de la butaca en la que se aposente uno a mirar).
Los efectos de la inyección volatil que la noticia ha depositado en mi (no despierto del todo) enchapapoteado cerebelo, han sido tan galopantes que a poco que levito con la banqueta de mi cocina pegada al, llamémosle, sector posterior de mi pijama. A la par que la amenaza hecha imagen de esa barra de acero pendiendo sobre mi tazón de desayuno iba licuándose cual hilillo de plastilina (¿dónde habré oído yo esa descripción?), hasta acabar siendo sustituida por la fina e indecisa varilla de un metrónomo, siempre oscilante y nunca quieta del todo (¡Ay, picaruela!).
El próximo paso, el que contribuiría muy mucho a tranquilizar a mi escasísima pero voluntariosa materia gris, sería tratar de espaguetizar a ese eje maligno hasta lograr tranformarlo en objeto de cierto aire artístico cual bucle de Moebius, tipo muelle o espiral (¡dios mío, que no me oiga mi imaginación o lo acabará convirtiendo en un tornado!). Pero por ahora, y lo digo como terapia para mí y para todos ustedes, sólo debemos concentrarnos en pensar que finalmente las posibilidades de que la monolítica barra de acero se desplome sobre nuestras cabezas han disminuido considerablemente. Ya saben. Sólo es cuestión de moverse un poquito.
Moverse sólo un poquito... ¡Eooo, eoooooooo! Llamando... llamando... ¿hay alguien ahí?
(¿Creen ustedes que me habrá oído?)
:: lamaga
07:32 ::
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:: 2003-03-28 ::
Puertas.
Me gusta mirar. Y mi mirada hoy se detuvo ante la colección de fotos de un aventurero, o mejor dicho, de un nómada.
Fue en la sala Juana Mordó, del Círculo de Bellas artes en Madrid. Y las imágenes son obra del escritor y viajero, Bruce Chatwin, otro de mis Peter Panes favoritos.
Chatwin fue un hombre exquisito, además de guapísimo, con el alma libre de un niño. Fue también un viajero incansable, incapáz de permanecer por mucho tiempo en el mismo lugar. Pero sobre todo Chatwin fue protagonista, el personaje principal de sus propias historias, aunque no siempre de su propia vida. Porque quizá tendríamos que explicar que Chatwin fue muchos, muchísimos, y variados personajes, pues su aficción favorita era la de reinventarse constantemente, la de nunca ser el mismo ni estar en el mismo sitio, quizás para no ser conocido del todo y por tanto no ser demasiado vulnerable.
Es posible que fuera cuando esos personajes se le terminaron; cuando no fue capaz o no tuvo ganas de reinventarse de nuevo, cuando Chatwin decidió cerrar la puerta a sus aventuras y murió de sida, allá por los años ochenta, siendo aún joven y bellísimo, cuando el sida era aún una enfermedad desconocida y exótica, como él mismo, como sus viajes, como sus libros... Entonces fue cuando Bruce Chatwin consiguió pasar de ser su propio personaje a convertirse en una leyenda. Ésa fue, sin él habérselo propuesto, la mejor obra de todas las obras de Chatwin, que por otra parte son, como él mismo, difíciles de clasificar. Por sus páginas se atraviesan los límites entre narrativa y ensayo, entre libro de viajes y novela. Sus libros, como él, son distintos, y como él nunca iguales al anterior.
Reconozco que a mí, que no me gusta demasiado la biografía como género, he sucumbido a leer todo lo que se ha publicado sobre la vida de Chatwin. Quizás por esa extraña sensación que me dejaron sus libros de ser un puzle sin terminar. Una necesidad por conocer me empuja a recopilar más piezas, para rematar la construcción de ese personaje inacabado, para terminar de conocer a Chatwin del todo, como si eso fuera posible...y sobre todo, como si eso fuera necesario.
Pues bien, en la exposición del Círculo, me sorpendí a mí misma escudriñando cada cuadro como si cada una de esas imágenes fuera una pieza de ese puzle sin terminar. Busqué en ellos una respuesta a mis preguntas, pero una vez más lo único que descubrí fueron contrastes. Inmensos y desconcertantes contrastes.
Las fotografías de Chatwin muestran detalles multicolores de arquitectura popular, después una serie de pañuelos de plegarias nepalíes, más allá, paisajes del desierto, una mina abandonada en los Los Estados Unidos, barcas de colores, de muchos colores, otra vez los colores...más contrastes...
Ya estaba casi llegando, de vuelta a mi casa, cuando me di cuenta de que sí había un elemento que se repetía con extraña frecuencia durante toda la exposición. En muchas, en muchísimas de esas fotos, se muestran imágenes de puertas, vanos, y ventanas, la mayoría de ellas cerradas, y lo que es aún más raro, algunas de esas puertas y ventanas, están además protegidas por rejas.
Me pareció extraño porque las puertas y las ventanas existen precisamente para cerrarse. Si las puertas y ventanas permanecieran siempre abiertas no tendrían razón de ser. La simple idea produce desasosiego, puertas y ventanas para un nómada...o quizás, lo que aún sería peor, ponerle rejas a Peter Pan.
Es posible que precisamente ahí, en esa idea, es donde haya estado residiendo la pieza que le faltaba a mi puzle, pensé mientras sacaba las llaves de casa. Pero si es así ahora ya no quiero encajar esa pieza en su sitio. No pienso terminar ese puzle en el que llevo entretenida tantos años, decidí mientras cerraba la puerta tras de mí.
Porque hoy por fin me he dado cuenta. Después de asomarme a cada foto de esa exposición, como si de una ventana abierta se tratara, sé que tengo que dejar el hueco de ese puzle vacío, precisamente para poder seguir viajando. Para poder mirar a traves de él... como se mira a través de una ventana sin rejas
:: lamaga
18:00 ::
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:: 2003-03-26 ::
La mentira más grande.
Por más que me esfuerzo no logro acordarme de cual fue la primera mentira que me dijeron, pero sí creo recordar cual fue la más gorda de todas.
Tampoco podría asegurar quién fue la persona que me la contó. Pero una vez, hace mucho, muchísimo tiempo, alguien utilizó todos los medios para convencerme de que un príncipe siempre es mejor que una rana.
Y yo lo creí.
Ya veis, qué tontería...
:: lamaga
18:44 ::
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:: 2003-03-25 ::
A favor de las guerras preventivas
Lo reconozco yo sí estoy a favor de la guerra preventiva:
A favor de la guerra preventiva contra el hambre en el mundo.
A favor de la guerra preventiva para una distribución justa de la riqueza.
A favor de la guerra preventiva contra la utilización de la infancia, para trabajo, sexo, o ejército (el mundo ha puesto un arma en la mano a cientos de miles de niños soldados).
A favor de la guerra preventiva contra la discriminación de cualquier tipo.
A favor de la guerra preventiva contra el inmoral negocio farmaceútico y por un acceso al tratamiento antisida para todos los seropositivos del planeta.
A favor de la guerra preventiva contra la exclavitud, solapada o no. Aún existen millones de exclavos en el mundo.
A favor de la guerrra preventiva contra la violencia.
A favor de la guerra preventiva contra guerras preventivas como la que nos ocupa.
A favor...
:: lamaga
00:37 ::
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:: 2003-03-22 ::
Atar para desatar
Recuerdo una historia terrible.
Es la historia de un matrimonio jovencísimo con un niño de tres años. Un día la madre muere en un accidente, y desde ese momento el niño empieza a atar cosas. Cosas que en un principio pasaron casi desapercibidas.
Un buen día el niño tomó el cordón de un zapato y ató uno de sus lapiceros de colores a la espiral de un cuaderno. Al día siguiente ató su osito de peluche al pie de la lámpara de su mesilla de noche. Después, el niño fue reuniendo cordones y cintas, y empezó a atar el cuaderno y el bolígrafo y la lámpara y el osito de peluche a la pata de la cama. Así hasta que su habitación se convirtió en un laberinto de cosas atadas entre sí. Después el niño abandonó el espacio de su habitación y sus nudos se fueron extendiendo por el resto de la casa.
No fue hasta ese momento, hasta que aquello no se convirtió en una obsesión , que nadie analizó el significado de lo que en principio sólo parecía un juego. Sólo cuando la casa se convirtió en un lugar en el que todo estaba atado y bien atado, los adultos no se dieron cuenta de que el niño ataba las cosas para no perderlas. Con la desaparición de su madre, el niño había sufrido una pérdida atroz, entonces decidió atar las cosas para conservarlas, para que no se le escapasen.
Alguien me dijo que eso precisamente era escribir y también en cierto modo leer. Poner nombre a las cosas, atar para no perder, reaccionar y hablar ante la pérdida.
Escribir y leer no son dos movimientos distintos del alma, me dijo esa persona. Son, en realidad exactamente lo mismo, porque ambos tienen que ver con el crecimiento de tu vida, de la vida, de lo que eres y de lo que vas a ser. Leer y escribir están en una misma secuencia, aunque quizá estén situados en tiempos distintos de esa misma secuencia. Igual que leer no es solamente leer libros, tampoco es escribir solamente escribir libros. Escribir también es algo tan simple como poder hablar, poder decir algo en favor o en contra de lo que ves, lo que oyes. Escribir es también ordenar.
Decía Pessoa , en su maravilloso Libro del desasosiego, algo así como que en caso de que sus obras perdurasen después de él fallecido, encontraría por fin a quienes de verdad le entendieran, le quisieran, pero que al haber muerto antes, ese cariño no podría compensar la falta de afecto que lo acompañó en la vida (dicho de manera mucho más bella, claro, en palabras del poeta).
Y supongo que sí, que a mí ahora me emocionan las palabras de mis escritores de cabecera, seguramente de forma mucho más intensa, de lo que lo hicieron sus conversaciones con muchos de aquellos que los conocieron en vida. Porque, guardando las distancias con el gran Pessoa, eso nos pasa un poco a todos los que escribimos, que necesitamos ofrecer nuestra manera de ver, o de sentir, y es posible que la palabra escrita sea la mejor vía que encontramos para compartir, para que nos entiendan.
Entonces me doy cuenta de que la magia de la comunidad de blogalitas, reside precisamente en su cercanía, en su inmediatez, en saber que estais ahí. Leyendo y escribiendo. Leyéndonos y escribiéndonos.
Sé que aún tendré que seguir "atando cabos", para terminar de comprender porqué escribo. Pero ahora éstoy segura, si no de porqué leo, sí de porqué os leo. Cada vez que me encuentro con vosotros, cada vez que leo uno de vuestros post, voy desatando un pequeño nudo de mi laberinto personal, y cada uno de esos nudos desatados, consigue hacerme un poquito más libre.
Gracias, de verdad, a todos.
:: lamaga
22:09 ::
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:: 2003-03-21 ::
Un mal día para soltar amarras.
Publicado el prólogo, ésta debería ser la primera página, en blanco y a estrenar del nuevo diario de navegación.
Y si bien es verdad que aún no nos habíamos marcado un rumbo fijo, tampoco pretendíamos alcanzar tan pronto el corazón de las tinieblas. Aún cuando como el viejo Marlow, también nosotros persiguiésemos un viejo sueño de la infancia.
Por el momento, y para empezar, sólo pensábamos seguir con timidez nuestra propia estela. Ya que limitándonos exclusivamente a observar las señales de la naturaleza, todo parecía augurarnos una travesía sin demasiados contratiempos. Hasta donde nos alcanzaba la vista, e incluso la imaginación, el mar parecía mantenerse a raya -si por mantenerse a raya entendemos permanecer al acecho, agazapado bajo la línea del horizonte-; y hasta el astro rey asomaba tímidamente su dorada coronilla por levante, cálido, como el abrazo de un niño.
Había llegado el momento. Nos disponíamos a levar anclas mientras implorábamos a una imaginaria rosa de los vientos que siguiese soplando a nuestro favor, y quizá, quién sabe, hasta llegase a alcanzarnos una ráfaga leve y perdida, de cierto entusiasmo que nos impulsara.
Pero antes de zarpar a Campanilla le han cortado sus ya muy deterioradas alas. Nos llega el aviso de que miles de niños perdidos, quizá buscando una cueva de Aladino donde esconderse, se encuentran atrapados en Bagdad. 
Tres, al parecer no tan raros, especímenes de adultos enloquecidos los persiguen empecinados en arrebatarles la niñez. Ojalá a ellos tres, como a Garfio, los acose a su vez el tiempo; un tiempo breve y cruel, hasta atraparlos.
Esta nave retrasa su partida, mientras la tripulación enciende una vela por cada uno de esos niños Irakíes.
Ojalá consigan seguir perdidos.
:: lamaga
20:35 ::
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:: 2003-03-19 ::
Llamando a los niños perdidos.
"A todos nos ocurren cosas extrañas a lo largo de nuestra vida, sin que durante cierto tiempo nos demos cuenta de que han ocurrido. Así, por poner un ejemplo, de pronto descubrimos que hemos estado sordos de un oído desde hace ni se sabe cuánto, pero digamos que media hora. Pues bien, una experiencia de ese tipo tuvo Peter Pan aquella noche"
( J.M. Barrie )
Puestos a ello, aquí nos ocuparemos precisamente de todos y cada uno de esos momentos sordos.
Y también cuidaremos de la frágil Campanilla, y de aquellas alas suyas... tan rotas...
Y estaremos alertas al tic-tac amenazante que persigue al amigo Garfio... que a su vez persigue al viejo Peter Pan... que a su vez cree, pobre iluso, conseguir burlar al tiempo...
...el tic-tac, garfio, peter, el tiempo... otra vez el dichoso tiempo...
Pero sobre todo, en este rincón, nos esmeraremos en buscar al niño perdido que todos llevamos dentro...
Porque a veces ese niño es más bien perverso y se empeña en esconderse...
¿Hay por ahí alguien dispuesto a seguir este juego?
:: lamaga
18:51 ::
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